Detras de tus ojos

Wednesday, November 08, 2006

Dedos torpes.

Dibujos al costado de una bañera, trazos delicados en el azulejo y la mirada que se pierde en las burbujas. Jabón entre las uñas y más huellas en el azulejo. Se sumerge pensativo, se esconde de hermanos pensamientos. El goteo lo adormece y los días que explotan a lo burbujas.
Las manos torpes arruinan el arte, la sensibilidad se hace tacto y las palabras, agua. Un poco de jabón en los ojos nos despertaría, lágrimas y ardor es lo inevitable. Las reflexiones quedaron al margen, el dolor anticipa las miradas poniendo el punto y aparte a un maravilloso sueño mañanero de burbujas.
Manos torpes son si se hacen daño. Dedos torpes si no saben de otras manos, si rompen las burbujas, si ignoran la belleza.

Cómo los dedos calman su sed

No es nada, solo una brisa, el aliento por debajo de tu espalda, frío, seco.
Aún me lloran los ojos cuando recuerdo los veinte días detrás de una primavera; aún hay lágrimas en los destellos inmortales de una memoria inexplorada e inevitable; y se secan los ojos si miro los tuyos, se petrifican y caen las hojas de nuevo.
Sigo creyendo que, aun cadáveres, las flores se ven hermosas. Las guarda en su bolsillo al acariciarlas y las acaricia regresándolas a la vida. Se pegan en sus dedos, se pintan y se impregnan de aquel vivo aroma ennegrecido, despidiéndose en un último aliento, dulce aroma, como sonriéndole a la Muerte a la distancia.
Yacen en sus bolsillos.
Las manos nunca se cansan de caricias se alimentan.
Mis dedos que acarician los tuyos se esconden, juegan y tiemblan por si solas. La sensibilidad de esos dedos, como los labios; labios que sólo mueren deshidratados de palabras, agua y besos.
La sed que jamás desaparece. La quietud anuncia los últimos recuerdos. De esta forma la sed únicamente se calma con más sed, y la esperanza de que algún día puedan estar llenos.